“Desde luego no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo. El gobierno, por medio
de porras y piquetes de ejecución, hambre artificialmente provocada, encarcelamiento
en masa y deportación también en masa no es solamente inhumano (a nadie, hoy
día, le importa demasiado este hecho); se ha comprobado que es ineficaz, y en
una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el Espíritu
Santo. Un estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes
políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una
población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción
alguna por cuanto amarían su servidumbre.”
(prólogo)
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